lunes, 7 de marzo de 2016

EN UN RINCÓN DEL MUNDO

Al salir de Morro Jable, el asfalto se troca en seguida una pista de tierra que, trazando curvas cerradas, se va adentrando poco a poco en un paisaje devastado por extensos campos de lava y por escorias volcánicas más antiguas que nuestra memoria ancestral. Las lomas abrasadas y las calderas dormidas juegan con las luces y sombras de la mañana mientras nos ven pasar, indiferentes. Una hora después, detenemos nuestro viejo y destartalado Suzuki Jimmy cuatro por cuatro en un mirador asomado al prodigio: el rincón perdido de Cofete, en el extremo sudoeste de Fuerteventura. Un verdadero rincón del mundo. Abriendo las piernas y cargando el peso sobre los riñones, tenemos que aguantar en pie los duros embates del viento en tanto contemplamos esa maravilla:


un majestuoso arco de montañas cerrado sobre una playa infinita que engalanan frentes sucesivos de olas rizadas.


Bajamos a través de esteros y marjales que se descuelgan perezosamente sobre el océano describiendo curvas aún más cerradas. Aparcamos finalmente junto a un viejo cementerio invadido por las dunas. Algunas cruces de madera carcomida y diseños aislados de piedra señalan apenas vagamente las tumbas.


Caminamos por la playa desierta encarando resueltamente los alisios del noreste que agitan el Atlántico y festonean el horizonte de espuma y calima.


Remotas cumbres azuladas nos separan de Barlovento, otra playa legendaria que se opone a la de Sotavento en el cuello mismo de la Península de Jandía.


Pasan las horas y seguimos hollando la arena traspasados por el silencio mineral y por la imponente vastedad desierta de Cofete.
¿Nos detendremos alguna vez, en algún tiempo inconcreto?.
No lo sabemos. Ni nos importa.





2 comentarios:

  1. A veces cuesta trabajo soportar tanta belleza....Divina Cofete

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  2. Muy buen artículo, nos transportas a Esos lugares... las fotos también ayudan.Vir

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